El honor, el incesto y las mujeres en Corea: un análisis sociológico de la película "Old Boy"


La película

Old Boy es una exitosa película surcoreana dirigida por el premiado director Pak Chan-uk que se estrenó en 2003. El filme narra la historia de un hombre que es sorpresivamente raptado. El mismo permanece encerrado durante catorce años sin conocer la identidad de sus captores ni el motivo de su aprisionamiento. El día en que es liberado, el protagonista comienza la búsqueda de los culpables de su castigo, así como una desesperada investigación acerca de los motivos que lo generaron.

Al salir de la improvisada cárcel conoce a una joven muchacha que lo ayudará en su recorrido, con la que, además, comienza a protagonizar un romance. El hombre que lo encerró, y luego liberó, le otorga una serie de pistas para que logre el objetivo que ambos comparten: que se sepa el por qué de su captura. Una vez que encuentra a su victimario, el protagonista se halla frente a una disyuntiva: ¿debería vengarse y asesinarlo de inmediato? ¿o acaso sería mejor continuar con su investigación en vistas de conocer el enigmático por qué? Nuestro protagonista asume, ahora preso de su curiosidad, que no podía abandonar la investigación.

La trama nos devela hacia el final los motivos del encierro. El ex cautivo había observado en su adolescencia a un compañero y una compañera del colegio que eran mellizos en una situación sexual. Posteriormente, el protagonista no guardó el secreto y el rumor se adueñó de la boca de todos los estudiantes. Este rumor produjo no sólo la gran vergüenza pública de los mellizos, especialmente de la mujer, sino también un embarazo psicológico en ésta. La mujer no pudo soportar semejante deshonra y se suicidó. Su hermano quiso salvarla agarrándola un instante antes de la deliberada caída que daría lugar al suicidio. Pero ante el ruego de su hermana, colgante del frágil hilo de la vida, el mellizo terminó aceptando la fatal decisión que le era ajena y la dejó caer. Desde ese entonces, el mellizo, ahora sin melliza en este mundo, buscaba venganza.

¿Pero por qué el mellizo habría de liberar al responsable de la muerte de su hermana tras lograr encerrarlo durante catorce años? Se preguntan el cinevidente y el mismo protagonista. La respuesta viene en boca de la trama. Recordemos que el protagonista, al ser liberado, conoció a una joven muchacha con la que comienza un amorío. Hacia el final de la película, el vengativo mellizo entrega al protagonista un álbum de fotos mediante el que descubre que su nueva amada, con quien tuvo relaciones sexuales, era en realidad su hija. Tras ser capturado, el protagonista no había visto de nuevo a su pequeña hija por casi quince años. El mellizo que lo capturó había planeado el aspecto más retorcido de su venganza: durante esos catorce años llevó a cabo una hipnotización de la joven para que olvidara a su padre pero, al momento de verlo, se enamorara de él. De este modo, el mellizo había conseguido su objetivo: que el protagonista tuviera una relación romántica con su hija.

En el momento en que el protagonista descubre lo sucedido, la locura se adueña de él, invadiendo cada uno de sus movimientos. La escena sigue con la inesperada acción del protagonista de cortarse la lengua sin anestesia como ofrenda para que su victimario no le cuente la verdad de la historia a su hija que, como vimos, había sido hipnotizada para no reconocer a su padre y enamorarse de él. El mellizo, antes de suicidarse, le comenta al protagonista –cuya boca aun sangra- que él y su hermana, después de todo, se querían y le propone que pueda hacer lo mismo con su hija. En la última escena, el protagonista recurre a la hipnosis para olvidar que su amada es su hija y poder así vivir tranquilo queriéndola, por el resto de su muda vida.


Un breve análisis sociológico

Para hacer un breve análisis sociológico de este filme nos haremos de algunos recursos teóricos que el icónico sociólogo Durkheim esgrimió. El autor busca explicar el fenómeno religioso, ya que entiende que es éste el que explica la existencia de la vida humana en comunidad. Para ello, recurre a las características más elementales y primitivas de este fenómeno. Durkheim afirma que lo central en las religiones es la división entre lo sagrado y lo profano[1], una división cuyo reconocimiento genera efectos de unión entre los miembros de la comunidad. Es decir, para Durkheim la religión juega un rol fundamental en el lazo social. Su carácter de creencia común es lo que daría a una comunidad su capacidad de reconocerse como tal. Más precisamente, lo que da cohesión a la sociedad es la existencia de una creencia común acerca de qué es sagrado y qué es profano.

En muchas sociedades actuales, sin embargo, la religión aparentemente no ocupa un rol central como en tiempos pasados. No obstante, en todas las sociedades siempre subyace una elemental distinción entre lo sagrado y lo profano, aunque no necesariamente esta distinción tenga un sentido tradicionalmente religioso. Por poner un ejemplo, en una sociedad el cuidado de los niños, los enfermos y los ancianos puede tener un carácter sagrado, mientras que la violencia o la corrupción pueden tener un carácter profano. Siguiendo a Durkheim, entonces, el reconocimiento común de estos aspectos a través de reglas, prohibiciones, rituales, etc. hacen que la sociedad se mantenga unida. Pero volvamos a Old Boy para identificar lo sagrado y lo profano.

Si miramos la película podemos inferir la importancia que tiene el honor de las mujeres en la cultura surcoreana a partir de su opuesto, el deshonor, particularmente ligado a la práctica del incesto. Este honor tiene que ver con el respeto de la imagen pública, así como de la conciencia individual de las mujeres. Quien ofendiera estos aspectos sería merecedor de un escarmiento. Si estamos en lo cierto, la entereza moral de las mujeres tendría en Corea un carácter sagrado. Asimismo, las prohibiciones que hay alrededor del incesto colocarían a esta práctica en el campo de lo profano.

Estas creencias comunes serían, entonces, aspectos que le dan a la sociedad un lazo de unión. Entendiéndolo así, se hace comprensible que para la melliza sea insoportable continuar con una vida en la que no solo violó una regla sagrada, sino que también vio manchado su honor al hacerse público su incestuoso amorío. Por si fuera poco, ella cree llevar en su cuerpo una marca de esa vejación: el embarazo que, sin embargo, era meramente producto de la culpa o vergüenza que sentía.

Aquí es donde podemos detenernos en el segundo aspecto de nuestro análisis: el peso específico de esta regla sobre las mujeres. Como vimos, el protagonista descubre hacia el final de la película que cayó en una trampa al enamorarse de su hija. Ante la posibilidad de que ésta se entere de la verdad y caiga en el deshonor, su padre prefiere ser humillado y cortarse la lengua. Resulta interesante cómo el protagonista no tiene dentro de sus cálculos suicidarse, tras semejante humillación. A diferencia de la melliza, que incurrió al suicidio, el protagonista renuncia también a matar a su captor, ya que si así lo hiciera, el mellizo mancharía el honor y la conciencia de su hija, contándole lo sucedido. Incluso acepta pagar la represalia autoinfligida de cortarse la lengua por haber hablado de más y causado el suicidio de la melliza. En este sentido, el hecho de que para el protagonista sea preferible la humillación y la mutilación antes que la muerte, nos puede estar hablando del carácter sagrado de la entereza moral de las mujeres. El padre, tan incestuoso como la hija, prefiere seguir viviendo, aún humillado, aún automutilándose, antes que exponer a su hija a la deshonra de enterarse de haber tenido un romance con su progenitor. Acepta, del mismo modo, pagar ese castigo por haber herido el honor de la melliza. Asimismo, la vida del mellizo continuó tras el suicidio de su hermana. Pero detengámonos en dos aspectos: el mellizo decidió, por un lado, respetar la promesa de no contar a la hija del protagonista el secreto de su padre. Por otro lado, tras lograr su cometido, decide suicidarse. ¿Qué podemos decir de esto? El único motivo que tenía este hombre para vivir era el de hacer justicia por el honor de su hermana muerta. Por eso no respondió a la ofensa de su honor con un acto semejante: no le hizo saber a la hija del protagonista ni al mundo la verdadera identidad de su amante. Por el contrario, defendió su propio honor sin rebajarse a la altura de la ofensa del protagonista. Éste, por su parte, acepta su condena y agradece la honradez de quien mantuvo a salvo su secreto. De algún modo, lo que trasciende incluso a la vida, es el honor de las mujeres. Así como también la prohibición de lo profano: el incesto. Lejos de ser una ley impuesta desde afuera, lo que opera en los sujetos es una creencia común que le da cohesión a la sociedad. Como afirma Durkheim, las formas comunes de sentir, pensar y obrar superan y se diferencian de los hechos individuales, haciendo de la conciencia colectiva  un hecho que, en sí mismo, da forma a una sociedad.


Por Ramiro Segovia, estudiante de la Lic. en Historia.

 



[1]  Durkheim, Émile, Las formas elementales de la vida religiosa. Madrid: Akal, [1912] 2007, p. 11.